Si con la mano del alma
tú llamas a la puerta de la Escritura,
examinando cuidadosamente su sentido escondido,
no tardarás en encontrar poco a poco
la razón de lo que ella dice.
Quién te abrirá es la misma Palabra
de la que se lee en el Apocalipsis
que el Cordero abrió el libro sellado,
que hasta entonces nadie había podido abrir.
Porque sólo el Señor Jesús reveló en su Evangelio
los enigmas de los Profetas y los misterios de la fe:
sólo El nos ha entregado la llave de la ciencia
y nos ha dado la facultad de abrir.
San Ambrosio, s. IV
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