«La hierba seca, la flor se marchita, pero la Palabra de nuestro Dios permanece para siempre». Isaías. 40. 8
«Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come, así sucede con la Palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé». Isaías. 55. 10-11
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